CAPÍTULO 2
Clase de 2ºdel CEIP S. José Obrero (Cieza)
Maestras: Joqui López González y Mercedes Señas Susarte
Mientras miraba el extraño cartel, un sol brillante apareció anunciando la hora de visitas. Aparecieron dos hombres con traje gris y de pronto se oyó un gran ruido ¡clac- clac!, dos grandes puertas se abrieron y tras ellas aparecieron cientos de personas que querían entrar a disfrutar de un agradable día en compañía de sus amigos. Pero cuál fue su sorpresa, al verlo fuera de la jaula se armó un gran escándalo, todos gritaban ¡ah! ¡ah! y se dispersaban sin saber dónde esconderse.
Aprovechando el alboroto, salió sin que los hombres del traje gris comprendieran lo que estaba ocurriendo. Al salir, vio cosas extrañas a las que no estaba habituado. ¡Qué cosas tan altas! ¡Qué ruidos tan extraños! Aturdido y desorientado, continuó andando buscando algo que le recordara su infancia. Árboles grandes y frondosos donde jugaba con sus hermanos y sus amigos de la selva.
De pronto, a lo lejos le pareció ver algo parecido a lo que buscaba, se acercó a comprobarlo pero cuando se aproximó, comprobó con tristeza que no eran sus queridos y añorados árboles donde tan feliz había sido. Cansado, hambriento y con un dolor insoportable en su patita herida se acurrucó entre unos arbustos y se quedó dormido.
Le despertó la suave mano de una niña que acariciaba su herida.
- ¿Qué te ha pasado? ¿Quién te ha herido?
- Me he herido yo solo, le contestó el león, me he clavado esta piedra al intentar salir del Zoo, y ahora no me la puedo quitar.
- No te preocupes, le dijo la niña, esto lo arreglamos en un plis plas, llamaremos a mi padre para que nos acompañe al veterinario y él te la sacará sin hacerte ningún daño.
Juntos y alegres fueron en busca de su padre. Cuando los vio llegar se llevó un susto de muerte:
- ¿Qué traes? ¡un león! Te va a comer.
- No papá, estás equivocado, es un león bueno, solo tiene hambre y una pata herida, le daremos comida y lo llevaremos al veterinario para que lo cure, pero quiero que me prometas que se quedará en nuestra casa mientras que esté enfermo.
- Esto es una locura, deberíamos de llevarlo al Zoo y allí lo curarán.
- No papá, él no quiere volver allí, él busca sus árboles, su casa y su familia y allí no los encuentra, ¡necesita nuestra ayuda!
El padre prometió que lo haría, pero a cambio de que cuando el león estuviera curado, tendría que volver de nuevo al Zoo.
Te lo prometo, le respondió la niña.
Pasaron unos días felices, jugaron, corrieron, eran como dos amigos inseparables. Pero un día el padre notó que el león andaba y corría sin ninguna dificultad y le dijo a su hija:
- Yo he cumplido mi promesa, ahora te toca a ti cumplir la tuya, mañana cuando nos levantemos lo devolveremos al Zoo.
La niña se puso triste porque sabía que su amigo no quería volver a ese lugar, por eso tenía que pensar algo antes de que fuera demasiado tarde.
Por la noche… cuando todos dormían, salió al jardín y buscó a su amigo, le contó lo que su padre quería hacer al día siguiente, y le dijo que no se preocupara que ella lo ayudaría a escapar. Entró a la cocina, preparó toda la comida que pudo y cogió la potente linterna que había encima de la chimenea, y le dijo:
- Sígueme sin hacer ruido y te llevaré hasta un camino que nadie conoce por el que podrás escapar…