Un día vinieron sus padres y al verle le dijeron: ¡hola! ¡hijo! ¡hijo!
Ven aquí que te queremos cuidar y que ya no llores más.
Luego Alejandro estaría con él y jugaría. Y Natalia le ayudaría a echarse purpurina.
Se había puesto muy contento. Y ya nunca más iba a llorar.
Y vinieron niños y le cantaron ¡Navidad, Navidad, dulce Navidad!
Y también papá Noel y le dejó los regalos al árbol.
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